domingo, 15 de diciembre de 2013

Llevarte hasta el final


Tuve la hermosísima posibilidad de participar de la Exposición Pensamientos Oxymorón organizada por Eliana Bustos, una artista que da espacio a otros artistas para que en un mismo lugar, confluya una sola expresión que es la de todos los que llevamos nuestras creaciones para un mismo fin. Hubo música en vivo, fotos, pinturas, instrumentos artesanales, poemas, cuentos, palabras y un público maravilloso que acompañó todas las expresiones.

Este poema lo escribí especialmente para la expo. Cuando Eliana me contó que iba a ser relacionada a la música, agarré cuaderno y lapicera y lo escribí. El poema fue expuesto en un cuadro precioso del que estoy orgulloso con una ilustración magnífica de otra artista, Cecilia Barrachina. Pero no quería que solo quedara en un cuadro, tenía muchas ganas de subirme al escenario, tomar el micrófono y decirlo con mi voz, recitarlo, aplicarle la intención, hacerlo vivir, darle fuerza, valor. Junté dos kilos y medio de coraje y ahí fui.

Quiero hacerlos parte de lo que viví. Me acompañaron las personas más cercanas a mi vida y un público que se sumó a la consigna de generar un momento íntimo, cercano y silencioso.

Video del momento que lo recité:



El cuadro que expuse con el poema y la ilustración de Cecilia:



Algunas fotos de Romina San Martín:


                                           


El poema


Llevarte hasta el final

Parte 1

Yo te miro, te toco, te huelo.
Yo te escucho, te siento, te hago carne.
Vos me mirás, me tocás, pero no me olés.
Vos no me escuchás, me sentís, me hacés tuyo. 
Pero también de los de al lado, de los del costado.
De los de arriba, de los de abajo.
De los que viven y de los que no.
Cada palabra hoy nace y muere en el silencio,
Y lo hago antes de que vos lo mates imponiendo poder.
La inspiración puede no venir,
Pero yo a vos no te callo con nada.
Nada que nunca es nada y todo que siempre es todo.
Como lo absoluto, como lo irreversible.
Irreversible también es un surco en un vinilo.
Hasta te imagino presente en el túnel del final.
Dos sonidos, un silencio.
Una melodía, veinte armonías.
Un ritmo y el coro de todos los vestidos de blanco,
Aureola y alas rojas que dan una bienvenida delicada.
Una llegada pomposa y el abrazo más sentido.
El reencuentro deseado e inevitable.
Un volumen parecido al estruendo.
La película de una vida a todo dar.
La bendición que me da tu altar.
Lo hermoso de confiar.
Los grandioso de adorar.
Lo considerado de amar.
Estoy seguro que cuando pidas consuelo,
Sonará una canción.

Parte 2

A tus curvas las delinean los gustos de tus discípulos.
Unos te prefieren mover.
Otros te quieren aletargar.
Tampoco faltan los que te quieren electrocutar.
Hay quienes te congelan para derretirte.
También los que te eligen para el cuerpo a cuerpo
Y te encadenan en el caudal del sudor.
Sos la testigo de todo y también te llenan de juicios,
Prejuicios y perjuicios.
Pero nadie tiene el valor de condenarte.
Sos la grasa chorreando de unos.
El centro de pertenencia de todos.
Sos la más odiada en colectivos a sonidos
Ardientes que los demás no eligen.
Abrís y cerrás una boda.
Hasta podés con el ruido de un chorro de soda.
Actuás adentro de un vientre cuando todo comienza.
Movés paredes a toda conciencia.
Todos los géneros conviven.
Aunque algunos no sobreviven.
Viajás incrustada en los oídos del consumo.
Y sos una gran aliada del humo.
Sos cultura que emerge.
Sos tradición y respeto.
Sos costumbre y hábito.
Sos una elección y una alianza.
Sos una colección en una balanza.
Sos lo que elijo y decido.
Sos el viaje hacia un rincón.
Sos luz en las venas.
Sos una vida y todos los principios.
Sos vos, yo y toda nuestra historia.
Cuando llega la noche y ya no hay nada por decir,
Ni nada que escuchar,
Yo te tengo a vos y recuerdo lo que nos une.
Te observo a mi tiempo y en vez de cantarte al oído, me callo porque te dormiste.
En definitiva, la variedad de tus formas también reproducen
MÚSICA.


Martín González Robles.-
14 de diciembre de 2013.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Volviendo de la casa de la uruguaya


Montevideo, Uruguay. 

Paro un taxi.
Señor jorobado. Con joroba y anteojos culo de sifón.
Chocaba el volante con su nariz y sin inclinarse hacia adelante. Imagínenlo.
No me habla.
Le digo "Hola".
Me dice "Hola".
Le digo (a los 30 segundos de haberme subido al taxi y esto me pasó por incontinente verbal que soy desde chico) "¿Muchas horas de trabajo?"
Me dice "¿Cómo muchas horas?"
Le digo "Claro, ¿muchas horas?"
Me dice "No, las necesarias".
Le digo "Ah".
No me dice nada.
Me dice (él solo sin que al fin yo no le pregunte nada) "Trabajo 9 horas".
Le digo "Ah".
Me dice "A veces 12 horas. Este taxi es de 12 horas".
Le digo "¿12 horas?" (pensaba, doce horas son las que hace que mamá se fue de casa después de que papá le tirara una silla por la espalda mientras ella lavaba los platos, exposición policial mediante, claro).
Me dice "Sí, pero yo no soy de los que trabajan por 12 horas".
Le digo "Ah".
No nos decimos nada.
Seguimos viajando como si tal cosa.
Le digo "Es bastante callado usted".
Me dice "Sí".
Seguimos viajando como si tal cosa.
El silencio que había curaba el dolor por el aborto de trillizos que te hiciste, hija de puta. Te fuiste a hacer uno, te dijeron que eran tres, dijiste "adelante". De nada sirve lamentarse por lo hecho. O los hechos.
Le digo "Usted es muy respetuoso, ¿sabe? Si alguien se sube al taxi y usted no le habla al taxista y el taxista como si nada te empieza a hablar, me parece una falta TOTAL (enérgico yo) de respeto".
Me dice (como si asombrado estuviera) "¿Falta de respeto me dijo?"
Le digo "Sí".
Me dice "Ah, sí, es falta de respeto. Si el pasajero no habla, no hay que hablar".
Le digo "Uno no sabe qué le está pasando al pasajero, ¿no?"
Me dice "No".
Seguimos viajando como si tal cosa.
Llegamos. Detiene el taxímetro. Marcaba $7,44.
Me mira. Lo miro.
Yo tenía todo mezclado en las bermudas regaladas por la suegra amada que cada día que pasa me ama más, como odiarme y repugnarme, como si no existiese otro modo. De hecho, no existe.
Lo que tenía mezclado era la plata, las llaves de casa y monedas a lo pavo.
Y sí... tardé bastante, lo tengo que reconocer.
Encuentro un billete de $5 y uno de $2. Se los doy.
Claro, no llego a los 44 centavos. No llego.
Desesperé. Me miró mal. Hurgué.
Se estarán preguntando cómo resolví el faltante de 44 centavos. ¿Recuerdan que les dije que en las bermudas de la suegra tenía monedas? Bueno, saqué una de 50 centavos y se la di.
Quiso darme una de 5 centavos. No lo dejé. Rió. Me enterneció.
Al bajar, casi mudo y de verdad paralizado frente a este hombre, le dije "Gracias por el respeto". No contestó.
Esperó que entrara al edificio. Me miró por encima de sus anteojos. Lo miré por detrás de la puerta de entrada al edificio.
Se fue. Me fui.
Entré a casa. Reí. Me dormí.

Martín González Robles.-
25 de enero de 2.008.

jueves, 17 de octubre de 2013

De lo que sucede, de lo que no


¿Hablamos de amor cuando hablamos de amor? 
El amor no es más que una construcción momentánea generada a fuerza de un vacío que ocupa el que todo lo cuadra.
La desesperación por alcanzarlo produce la torpeza más imperdonable de todas, no alcanzarlo.
Cuando hay, sentimos que no.
Cuando no hay, sentimos que tampoco.
Hay tanta insatisfacción diseminada en el aire que cualquiera la agarra y sin precio alguno, se la contagia, se la hace carne y se la pasa al más inmune.
Los adivino a todos en su condición de seres humanos y me veo ahí, al lado de los demás, tan o más vulnerable que cualquiera, a pesar de no serlo para quien le importo, a pesar de que yo piense que sí.
Tengo que saber y confirmar que las cosas se sienten antes de decirlas y calmarme. 
Calmarme, calmarme, calmarme.
Puede esperarse lo peor de quien habla sin pensar. 
Yo todo lo que dije me salió siempre por el mismo lugar. 
Ojalá pudiera cocerme la boca para dejar de nombrarte, pero de nada sirve que vuelvas a ver lo que soy. 
Sé que soy un pedazo de mierda. Sé que te herí, sé que hasta te provoco nudos, pero también sé que no hay nada más sagrado que curarse las heridas de los pies provocadas por un camino andado que por uno que no.
Las opiniones se forman a través de los intereses personales. Y si los intereses cambian, ¿nuestra opinión también? Llevalo a las emociones, llevalo a los sentimientos y a todo lo que cambia dependiendo del interés.
He estado conectado hasta llegar a los que viven de esperanzas. 
Hoy, cuando me invito a sentarme y tocarme por dentro para acariciar lo quieto, estoy y no. Me acuerdo y me desvivo. Me desvisto y me enfrío. Tomo té, dolor y auguro la llegada de una calma por lo que yo mismo me provoqué.
Mañana crearé reflexiones caseras y las llevaré a la ciudad o al lugar donde estés.
Te las dejaré en una caja pintada con un batallón de buenas intenciones.
Cuando las leas, no es necesario que me contestes.
Lo más necesario siempre es hacer y sentir lo que al final del camino haga que podamos llevarlo para siempre.























Martín G.R.
17 de octubre de 2.013

viernes, 4 de octubre de 2013

La despedida que no quise


Saber amar es abrir la jaula y tener el valor de no mirar el cielo.

Hay maneras y maneras de vivir, como las hay de morir.
No podemos imaginar cómo morir porque nadie lo quiere.
Solo se nos ocurre vivir.
Vivir es lo más seguro que tenemos.
El cuerpo, ese que tenemos, es el que marca el ritmo, el tiempo, el principio y el fin.
Con más o menos responsabilidad con él.
Escuchándolo o no. 
Descifrando sus mensajes o no.
Yendo de la mano de él o no.
De nosotros depende el amor, la compasión, el entendimiento y el perdón.
Toda el agua que tenemos adentro pueden irse por miles de conductos.
En casos, el agua se va por los ojos en forma de lágrimas.
Las lágrimas son como un sangrado imparable, cuando se te va alguien para amar en vida.
Cuando la tristeza ocupa absolutamente todas tus visiones.
La tristeza puede ser tan grande que ni mirando a todo nuestro alrededor podremos verla.
Me duele dejarte en el tiempo.
Me duele que no envejezcamos juntos.
Me duele tu acto de amor de madre no terminado.
Me duele tu dolor.
Me duele, todo me duele.
No le pongo nombre a los sentimientos, pero sí imágenes.
No le pongo pared a los momentos más felices, pero sí observo la historia que es nuestra.
Te voy a extrañar por toda la eternidad porque tus manos son eternidad.
Cuando me vaya quizás te vea.
Cuando me vaya quiero verte.
Cuando me vaya, como nos iremos todos, espero dejar el dolor en la tierra.
En el cielo, en otra dimensión, abajo, a los costados o donde sea, espero correr y verte.
Reírnos por volver a tenernos.
Saber que todo fue real. 
Confirmar todo.
Verte una vez más, con eso podría validar tanta desdicha.
Te vi amarme.
Nos vi amarnos.
Me vi amándote.
Nos amamos y los dos lo sabemos.
Nos entendíamos sin entendernos y nos veíamos sin vernos. Como hasta hoy.
Lo que nos pasa es nuestro.
Vos, yo, nosotros. 
El resto, el universo, la vida y nuestro amor.
Todo lo más hermoso que me diste fue haberte tenido.

Yo, tu Mar, tu cielo y tu espera.

28 de septiembre de 2013

viernes, 9 de agosto de 2013

Los amantes pasajeros

Ayer, 08 de agosto de 2.013, se estrenó en Argentina la última película de Pedro Almodóvar, "Los amantes pasajeros". Mi alma de fan se puso más inquieta que de costumbre (cuando mi alma de fan habla, no hay nada que la calle) y no aguanté a esperar el fin de semana o a otro momento que mi cuerpo tenga la suficiente energía y un día menos cargado de cosas para ir a verla, no, fui el mismo día del estreno al cine. Cuando Almodóvar estrena una película suya, hay fiesta, celebración, comunión de emociones, arte y pura cháchara teñida de puro entusiasmo. Y fui.

He de reconocer que frente a un director como él, la objetividad se me toma licencia, se me toma un 'break', se me va a Café Martínez (planta baja del Village Caballito) y quedamos en la sala mis ojos brillosos y la historia que comienza, y que transcurre, y me atraviesa, y me hace feliz. No creo que tenga nada de grave amar tanto el trabajo de un director. Y sin medidas, aparte.

Afiche oficial de "Los mantes pasajeros", 2.013

La película es una comedia con olor a tragedia, muerte, sexo, suspenso, delirio, excesos, oscuridad, cruce de personajes e historias, situaciones y mucha homosexualidad, cosa que me encanta; no sería lo mismo sin personajes que dicen ser una cosa cuando en verdad son otras, y la sexualidad de las personas siempre deja al descubierto los rincones más oscuros, si es que no le echás luz a tu identidad. Lo que más me gustó de esta, en particular, es que en su gran mayoría transcurre en un mismo lugar y un solo tiempo, el avión en pleno vuelo e intentando solucionar un problema técnico en el tren de aterrizaje. Dos técnicos que, por hablar de sus vidas en pleno trabajo, cometieron un error fatal y no deja que el avión aterrice. Esos dos técnicos son ni más ni menos que Penélope Cruz y Antonio Banderas. Sus papeles rozan la nada, pareciese un favor que los actores le hicieron a su amigo, el director. Podrían haber sido, tranquilamente, dos anónimos. Pero ellos son ellos y tiñen a la película de gala, cual Hollywood. Javier Cámara es un actor demasiado sensible, transmite con su cuerpo cualquier emoción, me traspasa. Cecilia Roth, ya madura, muy bien adaptada a la historia, a su cuerpo, a su imagen y a su realdiad. Lola Dueñas brilla, es una actriz fantástica, de lo mejor que tiene la película. Otro aspecto positivo es su tiempo, dura 90 minutos, lo justo y necesario. La música de Alberto Iglesias cala hondo, es evidente que conectan perfectamente y el músico sabe adaptar su arte a las historias.

Martín G.R.-

lunes, 22 de julio de 2013

Díganme la verdad, ¿el dolor tiene forma de nube?

Se ha muerto, se ha ido, ha vuelto, se ha perdido, se ha visto, nos ha visto, ha sufrido, ha llorado, se ha lastimado, ha reflexionado, ha elegido, se ha despedido, ha de estar aquí.

El dolor a veces se tiñe de mortaja. La suavidad pasa a ser un lecho frío, helado. Las formas que se van perdiendo, pero otras que regresan por las noches de invierno.

Ha muerto mi cómplice, ha muerto mi amigo.

Cuando en dormir había caído, en tus brazos me veía cuando chiquito. Cuando me has besado, en tus entrañas profundas también me sentía.

Había nieve, agua congelada. Había nada en el estómago. Había nudos en la panza. No había nada que los desatara. Vos más que nadie merecés que te piense.

Mi padre ha muerto. Mi padre habita en su único destino, el amor.


Martín G.R.-
Salta, 21 de julio de 2013

sábado, 2 de febrero de 2013

¿Qué quiere decir alguien diciendo 'Soy el as de los bastardos'?

La tormenta de un escritor sin consuelo

Hay semanas más sensibles que otras. Hay semanas más manejables que algunas. Hay semanas que existen parecidas. Hay semanas que pulverizan.

El pasado funciona en nosotros como un espejo constante e irrompible ni con una masa de 30.000 kilos de verdades. Somos aquellos, estos, un pedazo de ayer, una carnada de hoy y una ilusión no pasajera de lo que viene. Somos balance y resultado. Día y soberbia. Noche y dolor.

Tenemos un cuerpo hablador que nos marca un ritmo, una forma. Tenemos todo y siempre sentimos que nada. Tenemos un plan y una acción. Tenemos una derrota y varios fracasos. Tenemos amor. Tenemos odio. Nos tenemos.

No puedo controlarme. No quiero olvidarte. No salgo por las noches a vagar esperanzas. No vivo en piedad ni en carne adentro. No soy tu sonido, ni tu silencio eterno. No vengo a llevarte, vengo a quedarme.

Quiero serme fiel, serte para siempre. Quiero que aparezcas entre mis pies y subas a los empujones. Quiero saber cuál es mi error para contarte el tuyo. Quiero que no me persigas, quiero un arroz amarillo como la desgracia. Quiero arrepentirme y usar la imaginación para saber cuándo fui feliz. Quiero el norte, quiero el sur, quiero mi este y mi oeste para poder fijarte la mirada en el lugar donde te late.

¿Por qué le echo humo a mi cuerpo y por qué no aprendo a usar nuestro espacio? ¿Por qué fuimos al lugar más oscuro si vos y yo sabemos bien dónde está la luz? ¿Por qué no nos guiamos por la intuición ni dimos permiso a células ajenas a caminar por nuestras sábanas? ¿Por qué decidiste irte y dejarnos con la sed del fin menos pensado?

Culpa por no ser lo que quise de mí, ni poder ver lo que quería de vos. Culpa por no llamar al cielo cuando lo necesité, por no decirle a nuestro pecho que el tren aún no pasó. Culpa por no saberte entero, por no hablar con una voz más presente que fuerte. Culpa por escupir lo que me introdujiste una tarde de verano en la que lloraste por no saber qué ser ni sentir.

¿Qué quiere decir alguien diciendo 'Soy el as de los bastardos'?

Me abro para no morir.

Martín G.R.
Febrero de 2013

miércoles, 30 de enero de 2013

La espera

La espera siempre formó parte de la vida ¿y yo quién soy para matarla?

Reviso, me aviso, me analizo, no es liso ni lo mismo.

Hoy busco una resignificación en mi terapia. Llevo ocho meses de tratamiento terapéutico en los que he logrado grandes cambios pero tanto mismo de estancamiento.

Plantearlo, hablarlo, decirlo, vomitarlo.

Hablando de esperas, nadie sabe qué se espera hasta que se comunica.

Comunicar es la tarea menos fácil de los seres humanos pero cuando lo hacemos, nos curamos, aliviamos y seguimos.

Espero, me entero, desespero, no me muero, sigo acá y busco que te busco, hasta que encuentro, me encuentro y vuelvo a buscar.

Se trata de vivir, ¿vio?

lunes, 14 de enero de 2013

Consumo tu frío

Este texto lo escribí un día que tenía mucho dolor en el cuerpo. Un día que estaba sufriendo por amor. Un día que tenía mucho frío, como el de morirme de amor. Se los regalo, como todo lo que escribo:


Consumo tu frío porque de él me valgo, porque se desparrama por cada lugar de este cuerpo entregado al tuyo. No quiero calor, no me sirve, nada me sirve si no es con vos.

Si apoyo mi nariz en el teléfono es para esperarte.

Estoy despedazado, desintegrado.

Esa imagen bordeada por el viento, la tuya, se acerca a la sombra de mi mano y me la adueño.

Quiero agarrar alambre y darte forma, cubrirte con diario cada rincón. Quiero que mi reconstrucción no termine. Quiero hacerte de verdad. Quiero mirar tus pies mientras los hago, ponerlos afuera para que tomen la temperatura que compartimos.

Cuando haya hecho tu torso, pasar la lengua y sentarme pensando en que no nos falta nada, ni vos, ni yo.

Mientras construyo tu cara empiezo a morirme, a hacerme invisible. ¡Sos tan hermoso!

Estás listo, lo logré, te reconstruí. Aseguraría que existís. Mi muñeco sos vos.

Ahora te agarro, te pongo debajo de mis brazos, bajo por las escaleras tan rápido como si no hubiera bajado nunca.

A partir de ahora no existe nada, ni el tiempo ni el respeto, solo una guitarra que emite un sonido, ese mismo que sonaba cuando me besaste en el medio de la nada, con la tierra seca de testigo.

Empiezo a correr, a no mirar, a no ser, a no tener más sed ni hambre, mirando adelante, sintiendo que falta poco, y más poco, y menos. ¡Falta tanto!

Derribo todo, todo. Derribo el cemento y lo verde. Quiero frío, quiero viento.

Empiezo a ver, a llorar, a olvidarme de mí, a pensar en vos, en mi objetivo encascarado, inminente.

Empiezo a verme, queda poco de mí, queda nada. Tu imagen sigue entre mis brazos.

Una persona que no reconocés toca la ventana de tu habitación. Te pido que me perdones por haberme destrozado y te digo: “Soy yo. Sí, yo, mi amor”.

Te muestro lo que construí, te ves reflejado en mi armazón de alambre y diario. Te das cuenta de mi frío y quemás mi muñeco, te quemás a vos mismo para darme calor, me abrazás y regás mi cuerpo con tu transpiración, como si fuese exactamente lo único que necesitaba.

Empiezo de a poco a tomar forma. Te lloro en el hombro.

Todo termina.

Ahora... en mi casa, fumo y veo cómo se consume mi cigarrillo imaginando mi amor, dándole lo que merece, extrañando tu saliva.

Mi amor es maravilloso, no quiero dejar de sentirlo ni aún olvidándote. Creo que puedo seguir amándote hasta el fin, hasta sangrar por las uñas.

Te metería adentro mío. Todo es tan misterioso

Antes de dormir soy feliz porque sé que te voy a encontrar soñando, porque quiero continuar lo que siento y darle valor a mi pecho lastimado con agujas azules. 

Cuando a la mañana me despiertan las sirenas y el temblor de vidrios que provoca el tren, no me doy cuenta que tengo lágrimas enlatadas en mis mejillas, las seco con mi almohada y después me duermo sobre ellas volviendo a recuperar la felicidad que me produce generar emociones por vos.

Me animo a pensar en cosas prohibidas, te quiero para mí.

Te invito a mi espacio, te lo regalo, te regalo todo lo que tengo. Vení sin avisarme, hacé de mí lo que quieras.



Martín González Robles
Capital Federal, 31 de octubre de 2.005.
Primavera.