martes, 6 de mayo de 2014

Algo va a pasar


Hay veces que me miro en el espejo y me veo en la piel el color de la muerte. Un color más ácido que cremoso, más gastado que amarillo, más opaco que iluminado. Los labios partidos y los dientes duros. Solo falta lo tieso y lo rígido pero eso ya es parte del sentir.

La meritoria suerte de morir puede darse en la cara en momentos donde otra cosa importa y es prioridad divina. Tampoco se puede negar que un pensamiento mortuorio es el desencadenante de la visión futura de una piel pálida ya muerta y en su mortaja final en pleno latir de sangre hirviendo y con la estupenda posibilidad de poder hacer brotar líquidos del cuerpo.

Me pasó cerca, me tocó, me olió y la olí, la toqué y toda la fama de fría es cierta. Morir en invierno es como morir dos veces.

Una imagen que no quiero ver y la veo, la provoco, juego con lo que no deseo para ver qué tanto deseo. Me culpo por no querer ver algo que no debería darme nada al verla y sin embargo, es una pared que me tritura el tabique y me deshincha el orgullo por las cosas bien logradas en el día que vivo. La imagen me mira porque tiene ojos que pese a quietos y ya lejanos, nacieron y fueron parte de una vida en la que todavía estoy. Los ojos mueren primero.

Vivir me encuentra poderoso. Si pienso y tengo conciencia, puedo con todo. Vivir es la única forma de resguardarnos de la inminente desgracia. Vivir es negarse a todo, es resplandecer y contarlo. Es sentir y escribirlo. Vivir es la seguridad de morir con lo impune de quererlo todo.

Con lo que me pasa algo va a suceder. Un sentimiento hondo no puede no haber cavado un pozo en lo terrenal. Un amor no puede quedar en lo abstracto de un deseo sin tacto. Acá pasa y pasa tanto que no sé lo que pasa ni pasará; ¿o no quiero saber? Pasan cosas que duelen pero que sabemos que cerrarán. Vivir en etapas es una seguridad constante y eterna. El fragmento, la microhistoria, el deseo de lo urgente e inmediato, la cosa amarga de lo que no gusta nada.

Ojalá supiera en qué parte del recorrido estoy porque antes que inseguro, yo quiero estar. Hasta aburrirme de estar y no querer estar más. Pero para que eso pase, algo tiene que pasar y hasta ahora, no ha pasado más que algunas palabras tratando de cerrar una idea.

Algo va a pasar y será a todos.


González Robles.-
Seis de mayo de dos mil catorce.