domingo, 4 de marzo de 2018

Olí el fin, me olvidé y no vi


Y en aquel momento, mientras la cotidianidad me pisaba la cabeza, sentí el fin.
No sé qué es peor, si sentir el fin o volver de ese sentimiento y entender que solo fue una proyección inquieta y fugaz de mi cabeza.
Sin embargo, en aquella pequeña proyección, hubo una película que no vi.
No vi los edificios que danzan encima mío todos los días ni lo mucho que amo la ciudad.
No vi los parques, ni los juegos para niños.
No vi los senderos gastados por pasos fuertes.
No vi las veredas.
No me vi a mí.
No te vi a vos.
No vi nuestros viajes, nuestros momentos más felices.
No vi a nuestros hijos.
No vi a mi madre ni a mis sobrinos.
No vi a mis hermanos ni a los tuyos.
Olí el fin por un instante y todo fue tormento, horror, desconcierto y penumbras, a pesar de la luz que me encandecía.
Me olvidé del olor a la ropa limpia que tus manos forzaron.
Me olvidé de nuestra cama que es más fiel que nosotros.
Me olvidé de tu amor para nada marchito.
Me olvidé de nuestros anillos de oro blanco grabados con un secreto.
Me olvidé de tu forma de prender las hornallas para cocinarme en invierno.
Me olvidé de tu forma de ahuyentar mis miedos.
Me olvidé de tus manos regando nuestras plantas.
Me olvidé de cómo te miro mientras vamos solos en auto por una ruta oscura.
Me olvidé de la música que nos unió siempre.
Me olvidé de caminar, de mi bici (con lo que la amo).
Me olvidé del placer que me da soñar.
Todo en aquel instante me hizo olvidar y dejar de ver lo que más me importa y oler desechos.
¿Por qué volví de aquel fin? ¿Por qué he de tener de nuevo la posibilidad de rozar tu piel? ¿Acaso lo merezco? ¿Acaso no soy todo lo peor que creo de mí? ¿Acaso soy?
¿Cómo puede todo derrumbarse en un instante, en un pequeñísimo instante casi imperceptible?
¿Cómo puede nuestro ser olvidar tan rápido y dejarse atravesar por una ínfima porción de tiempo?
¿Cómo puede hacer nuestro ser para consumir más conciencia y menos fantasmas?
Volví; acá estoy; sacando lo malo para repeler este fallido fin.
Llevo varias horas celebrando cada gota de oxígeno que inhalo y exhalo, agradeciendo, subiendo mis plegarias a un cielo que sé que me escucha y no me deja solo.
Vivir es incierto, pero quiero seguir.

Martín González Robles.-
04 de marzo de 2018