jueves, 11 de febrero de 2021

Me desperté y no te vi


Me desperté y todavía tenía en las retinas la imagen de una ventana de un auto empañada por la lluvia.
¿Habría llovido?
Podía sentir la humedad.
Tenía los brazos húmedos, las manos angustiadas.
Respiré para sentirme vivo.
Fui al baño y me encontré con tu toalla marrón que no seca nada, solo el fuego.
Tu fuego que tanto quema, el mío que es tan tibio.
Si el tiempo está vivo no puedo perderlo.
¿Cuándo empecé a llamarle muerto al tiempo?
Afuera era verano, el sol ardía, pero estaba triste.
Tenía el anhelo de mi té con anís estrellado para darle cariño a mi panza.
Mi panza es mala, no me da tregua, apenas pequeños alivios.
Entonces corrí a buscar mis herramientas, esas que no puedo tocar.
No puedo tocar cosas que tengo porque no todas las cosas están hechas para tocarlas.
Me puse un disco de piano que comienza con un tema llamado “Nostalgia”.
¿Acaso podría empezar mi día de otra manera?
La ventana empañada no me dejaba ver, yo le pasaba la mano, pero no se limpiaba.
El auto iba lento, yo iba en la parte de atrás, pero nadie lo conducía.
¿Acaso viajo en vehículos a los que nadie los maneja?
Era de noche, había poca luz, no como al despertarme que estaba fotofóbico de tanto verano.
El pasado, el presente, el mañana; qué mal conjugo los tiempos.
No voy a aprender nunca.
En esta casa las plantas artificiales tienen más vida que las de verdad.
No quiero tener más la presión de la producción, yo no quiero ser algo porque tengo que serlo.
Yo quiero ser alguien, no algo.
Alguien bien, aunque esté lleno de mal.
Entonces el auto se frenó, quise abrir la puerta y no pude.
¿Dónde estaba?
¿Quién había cerrado la puerta con una ventana tan empañada?
Me di cuenta que no tenía manija ni forma de abrirse.
El anís me libera los gases internos y yo me voy con ellos.
Qué lío.
Qué manía.
Qué difuso.
Qué confuso.
Me lavé la cara con fuerza, me dolió, necesitaba una cuota de vida.
Me mojé la nuca mientras el disco de piano seguía con un tema ahora llamado “Volver”.
Es que te extraño y estoy arrepentido.
No sé qué comiste, no sé si te vestiste.
Quiero pedirte perdón, pero mi orgullo está en una orgía.
Alguien me tocó el timbre, era para pedirme ropa, pensé en darle tu toalla, pero te ibas a dar cuenta y me ibas a odiar más.
No quiero que me odies más.
Quiero que vuelvas, que te sientes a desempañarme la ventana y que me abras la puerta.
Por favor.

Martín G.R.