domingo, 9 de diciembre de 2012

Mi paso, el mío

Este texto lo escribí hace ocho años pero lo particular es que pasó el tiempo y siento lo mismo que en aquel momento, como si fuese una especie de pergamino personal y atemporal. Les comparto mis emociones:

Tengo que escribir. Siento que tengo muchas cosas en la cabeza pero me es muy difícil intelectualizarlas. Tengo que hablar de la muerte, del dejar de existir. Tengo que encontrarme con la sensación de desaparición, de esfumación perpetua. 

Nadie puede hablar de lo que no conoce. Se puede hablar, hablar y hablar pero yo, en lo personal, termino cayendo en in-conclusiones, en emociones encontradas, en un llanto contenido, con un nudo en la garganta, muy entumecido, muy triste.

Es profundo, nadie nos enseña nada. Alguien que no sé quién es nos mandó a este espacio, a este momento, a sentir, a vivir. Alguien no se percató del desastre, del sentimiento de amor que tenemos algunos desde que tomamos conciencia que la vida era vida y que puede ser muy interesante intensificar los pasos. 

Me muevo por olor, me llevo a mí adonde voy, me cuido y me destruyo. Soy vital, huelo a humano. 

Parece que el derecho a saber que fue y será de nosotros, se nos está totalmente negado.

Cuando logro mirarme y entenderme puedo quererme y no quiero desaparecer, no quiero dejar de ser. Quiero conservar mi esencia, ¡qué me la dejen por favor!

Me siento observado por algo que no veo, por un ojo sabio.

Sigo viviendo, me sigo encontrando con gente y me sigo relacionando desde la vibración. No me niego a nada... no me niego.

Tengo que empezar a sentir que la muerte puede pasarme, tengo que prepararme para perder todo y ser solo un cuerpo físico que algún día pasó por la tierra y dejó abrazos.

Me contengo para no llorar porque sí, porque no me quiero morir, al menos morirme pero encontrar todo lo que quiero después de eso, encontrar mis sentimientos, mi yo mismo.

¿Es cuestión de saber?, ¿de asumir aunque cueste?

La cordura la puedo mantener, sí, seguro que sí, pero porque vivo entre gusanos, porque las veredas se baldearon con respeto esta mañana. Pero… hay algo que no…. algo que… no, no puedo verlo, intento pero… ¿a ver? No… es en vano, definitivamente no puedo.

Quisiera modificar absolutamente todo lo que esté a mi alcance para ese momento, como por ejemplo: “no flores”, “no velas”, “no llantos”, Y quisiera que: “no me traten mal porque estoy indefenso”, “no me miren con desprecio”, “no sientan asco de mí”, “abríguenme porque sufro de frío en los pies”, “limpien mi casa”, “despídanse de mí por favor”, "cremen mi cuerpo", “recuérdenme, no siempre, pero háganlo”.

Necesito respirar después de acercarme a la muerte, me vuelvo vulnerable, me da miedo.

No quiero perderme de las cosas, ¿porqué soy tan descuidado a veces?, no lo entiendo. ¿Por qué no lloro con frecuencia? ¿Saco todo o me lo guardo? ¿Cómo hago que mi vida tenga sentido y valga la pena?

La toma de conciencia es lo que cuesta, a nadie le gusta sentir que un día no seremos más. ¿Vivimos en una mentira o preferimos disfrutar antes de pensar en morir? ¿Está mal pensar en que todo se acaba?, pero sí es verdad, ¿¡por qué cuesta tanto!?

El momento está por llegar, cada segundo es como el último, ¿pero cuál fue el primero?, parece que no me percaté.

Es una pena no volver a vivir para cambiar todo, pero no quiero ser absurdo, no quiero ser tan metódico, solo quiero vivir, ¿acaso no se nota?


Martín González Robles
27 de Julio de 2004

2 comentarios:

Ignacio Carranco Miranda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ignacio Carranco Miranda dijo...

Wow..!! Martin G.R.

Lindo escrito.. muy profundo y lleno de pasion. Muestra de un ser lleno de sensibilidad y luz.

Despues de haber leido, me quede durante unos minutos mas viendo tu fotografia.. y tenes una linda mirada que transmites paz y serenidad.

Abrazos.

Ignacio Carranco Miranda