martes, 16 de septiembre de 2014

Una mentira, muchas verdades.


Hay verdades que mienten y mentiras que dicen verdades.
No para todos es real la realidad que ve uno, que intenta pasarla, transferirla, que fracasa en el camino, el uno que no acepta que el otro ve otra cosa, que sus valores le dicen que es mentira y eso genera una traición a base de un sentimiento de amor por una relación que nació con las cosas bien claras.
Confunde el sentimiento perverso del choque de verdades que llegan en forma de mentiras, que estallan por el aire y que se hacen cristales invisibles, imperceptibles, que se respiran por una nariz noble hasta llegar a pulmones inocentes para exhalar un aire corrompido, manoseado, envenenado.
No se trata de bien o mal enseñados, se trata de la construcción personal sobre la que apoyamos la información que recibimos y de cómo la devolvemos al universo.
La información nunca estuvo lejos nuestro, el problema es su de-codificación.
Pasa con las verdades, con las mentiras y con todo lo absoluto.
Un día bien, otro mal. Dos semanas bien, dos semanas mal. Un año bien, un año pésimo.
¿Y el desgaste por el roce de las emociones con el asfalto?
¿Dónde guardo la fe en vos?


González Robles.-

domingo, 1 de junio de 2014

Es Patagonia



ES PATAGONIA

Es sur, pampa, tierra y viento.
Es Patagonia, estepa y malos recuerdos.
Es un pueblo, pocas vidas, mucho guiso y nada de sal.
Hay una casa de techo verde conservante.
Hay cuatro habitaciones, dos patrones, cinco hijos y un mal.
Poca mujer para tanto taco. 
Mucho rumor no contado. 
Mucho labial rojo incierto.
No es fácil apagar el brillo y menos fácil es esconder remeras con breteles.
El varón, la ilusión machona del macho mayor.
El varón, la proliferación de la historia para la hembra madre.
El varón, la protección divina para esas cristalizadas vidas de hermanas.
El varón, la tierra, la lluvia, el barro y el golpe de puño para otro varón familiar.
En una noche sin nubes y estrellas vidriosas, una verdad se escupe diente afuera.
El mal intenta imponer su bien. 
El mal impuesto quiere dejar de serlo.
¿Qué tan malo puede ser algo que te toca sin elegir? 
La verdad empuja más que un machito en el canal de parto.
La verdad odia vivir sola adentro de alguien.
Pasa un remolino de arena con piedras de punta y se pierde detrás de una meseta chata, como el pueblo.
El frío es tanto que cae arriba de las casas como baldazos de salmones muertos.
El aire es pesado, la calefacción amenaza con dejar de funcionar.
Si se consigue esquivar tanto obstáculo, quizás algún día se pueda contar.
Qué extraño es todo ahora afuera.
Qué diferente se ve el barrio, las calles, los canteros.
¿Qué es lo diferente?
Los vecinos hablan como siempre, pero suenan distintos.
Murmuran lo que escuchan y expanden rumores como plagas pandémicas.
La pandemia más visible es la infección de las bocas, llenas de burbujas, que encierran dolores ajenos a punto de explotar.
Es Patagonia, estepa y malos recuerdos.
Agarrar la costa del río y esquivar árboles para escapar.
Encontrar en pozos de pasto podrido un refugio para pensar, silencio para llorar, aire para seguir, tierra firme para entender.
En la plaza del centro, tres pares de ojos emanan una única identidad imantada.
La identificación, la atracción, la reconciliación, el abrazo y el sentimiento de una unión perpetua custodiada por barrotes que nadie puede ya disimular.
Ahora son más, no los une la sangre, ni el pasado, ni el presente.
Disfrutan, pero más se defienden.
Duermen de día y amanecen de noche.
Son dueños de las rutas escarchadas y conocen los sabores de lo marginal, lo enorme de ser una minoría, lo intenso de ser unos rezagados.
Enfrentan el mundo entre las risas y los golpes, entre la música y la huida, entre agresiones desmedidas y cadera, mucha cadera.
Resbalan y caen con la cara que revienta contra un asfalto de hielo y que ni así logra ganarles.
Crecer perdidos en el tiempo, pero sin dejar que el tiempo se los devore y ni tampoco el juicio eterno del que cómodo usa el dedo índice para el estigma fácil.
Allá, en el sur, en esa Patagonia fría y solitaria, hubo un pasado sin derechos y hoy se cuenta, habla, nace y se despliega para después enterrarlo en el cementerio del pueblo.
Es el pasado que pesa y siempre quiere volver a nacer.
Qué bueno es poder contarlo.
Qué sano es hablar.
Qué mágico es parecerse a uno mismo.
Qué poco daño causan los motivos justos.
Una identidad sexual, individual e intransferible, nunca puede ser motivo de desgracias ajenas. 

Martín  González Robles.-
31 de mayo de 2014

martes, 6 de mayo de 2014

Algo va a pasar


Hay veces que me miro en el espejo y me veo en la piel el color de la muerte. Un color más ácido que cremoso, más gastado que amarillo, más opaco que iluminado. Los labios partidos y los dientes duros. Solo falta lo tieso y lo rígido pero eso ya es parte del sentir.

La meritoria suerte de morir puede darse en la cara en momentos donde otra cosa importa y es prioridad divina. Tampoco se puede negar que un pensamiento mortuorio es el desencadenante de la visión futura de una piel pálida ya muerta y en su mortaja final en pleno latir de sangre hirviendo y con la estupenda posibilidad de poder hacer brotar líquidos del cuerpo.

Me pasó cerca, me tocó, me olió y la olí, la toqué y toda la fama de fría es cierta. Morir en invierno es como morir dos veces.

Una imagen que no quiero ver y la veo, la provoco, juego con lo que no deseo para ver qué tanto deseo. Me culpo por no querer ver algo que no debería darme nada al verla y sin embargo, es una pared que me tritura el tabique y me deshincha el orgullo por las cosas bien logradas en el día que vivo. La imagen me mira porque tiene ojos que pese a quietos y ya lejanos, nacieron y fueron parte de una vida en la que todavía estoy. Los ojos mueren primero.

Vivir me encuentra poderoso. Si pienso y tengo conciencia, puedo con todo. Vivir es la única forma de resguardarnos de la inminente desgracia. Vivir es negarse a todo, es resplandecer y contarlo. Es sentir y escribirlo. Vivir es la seguridad de morir con lo impune de quererlo todo.

Con lo que me pasa algo va a suceder. Un sentimiento hondo no puede no haber cavado un pozo en lo terrenal. Un amor no puede quedar en lo abstracto de un deseo sin tacto. Acá pasa y pasa tanto que no sé lo que pasa ni pasará; ¿o no quiero saber? Pasan cosas que duelen pero que sabemos que cerrarán. Vivir en etapas es una seguridad constante y eterna. El fragmento, la microhistoria, el deseo de lo urgente e inmediato, la cosa amarga de lo que no gusta nada.

Ojalá supiera en qué parte del recorrido estoy porque antes que inseguro, yo quiero estar. Hasta aburrirme de estar y no querer estar más. Pero para que eso pase, algo tiene que pasar y hasta ahora, no ha pasado más que algunas palabras tratando de cerrar una idea.

Algo va a pasar y será a todos.


González Robles.-
Seis de mayo de dos mil catorce.

sábado, 26 de abril de 2014

Ventanas de Buenos Aires


Esta serie de fotos nació así como de algo, no tengo en claro de qué, pero nació. Quizás la única fuente de inspiración haya sido mirar en detalle. Podría decir que el proceso fue: trabajar en Palermo, salir de la oficina a las seis de la tarde, empezar a observar el barrio, ver que había ventanas hermosas, algo antiguas y que todas (las cinco) tenían algo en común, una planta, una maceta, algo de vida entre la historia que solas describen y de la historia que yo creo de ellas.

Es verdad también que fueron pensadas para publicarlas en mi cuenta de Instagram algo retocadas para embellecerlas.

Acá, en mi blog, lo que quiero es darle algo más de sentido con pequeños poemas que las acompañe y tomen la forma final y definitiva.


VENTANAS DE BUENOS AIRES


El fin
Para mañana falta mucho.
Para amarte no tanto.
Dejame tranquilo que necesito pensar.
En vos y en todo el dolor.
Dejame tranquilo que necesito sentir.
Sentirte en nosotros y en lo que acaba de terminar.
Todo lo que te dije es verdad.
De todo lo que me dijiste, dejame elegir.


Llegó 
La carne es total. 
La espera fue menos grave. 
La tragedia no fue tal.
Está en tus brazos.
La luz te ayuda, es tenue y complaciente.
Afuera es de día y los colores brillan.
No sufras, empezá a vivirlo.
Está en casa.
Respira y te necesita.
Sonríe y es tuyo.
Llamalo con un sinónimo de desahogo.
Dormí tranquila.
Descansen juntos.


Sabe a vino
Violáceo. Madera. Liviano.
Apenas empiece la semana, tendrás que irte.
Al volver, todo estará igual.
La cama será el refugio.
Besame apenas llegues.
Nuestros cuerpos sabrán a uva.
Las copas estarán limpias.
Toda la casa olerá a deseo.
¡Nos deseamos tanto!
No habrá nada que nos interrumpa.
Ojalá suceda.


Pasa
Voy a ser siempre todo lo simple que imaginé.
Lo estoy siendo al mirarme las manos.
Las historias pasaron pero aún me late.
Quizás vengan a verme, quizás ya no.
Lo que sí es cierto es que mientras pasa,
Los recuerdos nunca los voy a vender.
Te hablé sobre lo simple, te hablé de querer.


 Hastío
Distinto pero parecido.
De ninguna manera.
Algunas cosas siempre serán igual.
¿Vos cómo estás?
Si no me querés contar, sabré entenderlo.
Las cosas se te van a acomodar.
El problema somos los demás.
Somos desconocidos con tintes de conocidos.
Que no me cuentes no significa que no lo imagine.
Sin contarme, me dejás sin opción.
Respiremos aire puro, bien puro.
Oxigenémonos, limpiémonos.
Vayamos a andar en bici.
Busquemos un halo de luz.
Tranquilo, sobre mí elijo yo.
Evadir es la última versión de vos mismo.
No hablar es un terreno complicado.
Te pido disculpas. Hoy soy un enorme hastío.


Martín González Robles.-
26 de abril de 2.014.

lunes, 14 de abril de 2014

Retazos

Cuando creés que ninguna puerta es capaz de tener la sencillez de abrirse para vos, te das cuenta que el problema no es la puerta si no vos. Y así, tal lo soñaste siempre, las cosas suceden muy a pesar nuestro.

Les comparto el poema que escribí para la Exposición de Arte en Rockela Bar organizada por Celeste Sosa, una fotógrafa talentosa en pleno ascenso y con mucho empuje para ponerse el arte al hombro.



RETAZOS

El amor no es un invento así que no tiene sentido que sigas diciendo que no le descubriste el olor al viento.

Acá, lo que diluvia es desilusión y el retorno se hace imposible en estas condiciones. Si vos lo querés intentar, yo siempre responderé ‘también’.

Amar es de pie, con las manos en alto y la vista puesta en la historia que de tanta que existe, nos ha dado un empuje que hasta acá no hemos podido matarla.

Vos lavás platos de la misma manera que sos capaz de tirar por la borda una vida de nudos que prometimos no desatar nunca.

Quiero no ser tan universal hablando de lo más universal del universo, pero la palabra tiene una lucha eterna con la acción.

Mientras unos llegan corriendo a tus brazos, yo solo lo hago contándote que soy capaz de hacerlo. Y lo logro construyendo un camino de emociones que te gustan.

¿Desde cuándo vos y yo nos quedamos a vivir bajo los mismos párpados?

Todo lo que nos pasa es por ser tan paralelos y no tener el valor de cruzarnos.

No necesito inhibidores de mis ganas de quererte. No insistas. No me lo repitas. No me insultes. No subestimes tanto dolor. No seas el desgraciado de turno.

Sabemos quién con quién pese a tus dudas. Es solo que a veces querer es una cadena rota que corta un eslabón pero no lo pierde. No lo pierde.

Hay silencios que mueren a pedazos ruidosos. Hay promesas que se escapan por el conducto de las cucarachas bebés. Hay una herida y muchos pedidos de perdón que mueren al nacer.

Cuando era chico, despertaba pidiéndole a mi mamá que me devuelva el autito azul porque según mis sueños, ella me lo había sacado por portarme mal. Al despertar, mi mamá estaba sentada en la cama esperando para abrazarme cuando el llanto brotaba.

Ahora, sueño que vamos caminando por una calle con tantas esquinas que no sabemos por cuál salir y, de tanto dudar, despierto y siempre estás a mi lado.

¿Ves?, se trata de salir pero tengo una idea, que sea juntos.


Martín González Robles.-
12 de abril de 2014.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Sentencia

Este poema lo escribí para el ciclo de arte que se hizo en Rockeala Bar invitado por Marilú Van Aken. Me gusta mucho esto de "escribir por encargo" que más bien tiene que ver con que exista un espacio donde pueda mostrarme y, a partir de ahí, saber que tengo la posibilidad de inspirarme con algo nuevo, algo que no exista, plantarme y leerlo. Pero lo que más me gusta es desarrollar mi oficio, el de escribir.

Con Marilú hablamos acerca de lo que ella quería contar o mostrar y lo primero que surgió fue que hable del arte. Hablar de arte puede ser tan general y tan misterioso como el arte mismo y, seguramente, no todas las palabras que existen pueden definir de un solo tirón el concepto. Sin embargo, ya la idea de hablar de arte fue para mí una fuente de inspiración.

Salió esta mezcla de sentires, muy a mi estilo, muy de hablar de todo y a la vez encontrarme con quienes me preguntan cómo es que hilé una idea con otra o qué tiene que ver una cosa con la otra o cómo hice para pasar de un tema al otro. Las respuestas están al final del poema, cuando todo el caudal de intenciones haya terminado de entrar por los ojos y a los sentimientos de las personas. Es ahí donde reside la magia y el misterio de la creación: en quedarte con lo que mejor te entre.


SENTENCIA

Hay una forma en el medio de muchas, de millones.
Hablar para contar y esperar que entre para sentir que sirvió.
Yo lo hago por mí y por vos, pero más por mí.
Desde mí hacia vos, desde vos hacia los demás y desde los demás vuelve a mí. Como un ciclo infinito pero con destino y final.
Puede pasar en casa, en la calle, en un teatro de butacas rojas aterciopeladas, bajo tierra, cielo arriba, en un bar, en una esquina, en la escuela, entre nosotros, en nuestra cama, en un beso y en un abrazo. 
Hablo de arte, del que te parte, del que te hace parte, del que no ha de atarte, del que quiere rozarte, del que vive y quiere expresarte, del que si no existiera, moriríamos de sed. 
El amor al arte es el menos infiel y con él no se amenaza, directamente se ataca. No tiene vuelta atrás porque todo sucede adelante. Y de frente.

Creo en las batalla de las palabras, en la sangre que corre entre los dedos de los que hablan y en no rendirse jamás.
Creo en los colores que expresan y mezclados hablan de nosotros.
Creo en los momentos captados por un ojo mecánico que pudo ver más allá porque más acá no había lugar para callar.
Creo en la combinación de sonidos finos, en el aterrizaje forzado y desmedido por un gusto que se nos parezca.
Creo en sentarme y verme hacia atrás, reconocerme y entenderme.
En verdad, creo en todo lo que se dice sin piedad y lo vuelve inmortal.

Para cada cosa su momento, para cada momento su forma, para cada forma su intención y el resultado de una intención, es un hecho.

Hay un mundo que puja hacia adentro. 
Hay almas y se cuentan de a millones.
Somos muchos pensando, sintiendo, elaborando y diciendo.
Demasiados para comer y sentarnos a una sola mesa.
Es necesario dividirnos y evadirnos, como también no irnos y decirnos.
Estar hoy, acá, esta noche, bajo este techo y tener sus sentidos puestos al servicio de un mensaje, es lo más parecido a un milagro.

Tengo un rol y quiero diseminarlo por sus manos, llegar hasta sus pechos, abrirlos y ver cómo les late, poner sus corazones en un hierro y correr para que flameen en toda la ciudad. Puedo hacerlo, solo tienen que esperar.
Esta es mi búsqueda, mi sentimiento más hermoso, el que mejor sé decir, el que mejor me sale.
Y eso que dicen que la única forma de volar es con alas.

Si tuviera que juzgarlos y dictar sentencia, yo los condenaría a un sentir eterno.

Lo escribo, me subo y lo leo

Martín González Robles.
Domingo 9 de marzo de 2014.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Con tu mano, mi amor

No es tan fácil.
Tampoco tan difícil. 
Es terminar muchas veces, pero es también empezar muchas más. 
Tu mano, la mía. 
Tu andar, la forma en que te miro. 
No me digas que tu piel es tuya porque yo le he visto nacer cada arruga. 
Es cierto, está en tu cuerpo pero ha estado tantas veces metida en mi nariz que juraría que nadie la conoce como yo.
 Pasa el tiempo, pasa la vida, las personas, los momentos. 
Aparecen los errores, a veces sabe a fin. 
Nos volvemos a elegir porque elegirse es algo que nunca debe desaparecer. 
Volvemos a apostar al juego más hermoso que jamás dejamos de disfrutar: querernos hasta descomponernos y rogar que si existe otra vida, sea de nuevo de tu mano, mi amor.


Martín G.R.-
19 de febrero de 2.014.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Llevarte hasta el final


Tuve la hermosísima posibilidad de participar de la Exposición Pensamientos Oxymorón organizada por Eliana Bustos, una artista que da espacio a otros artistas para que en un mismo lugar, confluya una sola expresión que es la de todos los que llevamos nuestras creaciones para un mismo fin. Hubo música en vivo, fotos, pinturas, instrumentos artesanales, poemas, cuentos, palabras y un público maravilloso que acompañó todas las expresiones.

Este poema lo escribí especialmente para la expo. Cuando Eliana me contó que iba a ser relacionada a la música, agarré cuaderno y lapicera y lo escribí. El poema fue expuesto en un cuadro precioso del que estoy orgulloso con una ilustración magnífica de otra artista, Cecilia Barrachina. Pero no quería que solo quedara en un cuadro, tenía muchas ganas de subirme al escenario, tomar el micrófono y decirlo con mi voz, recitarlo, aplicarle la intención, hacerlo vivir, darle fuerza, valor. Junté dos kilos y medio de coraje y ahí fui.

Quiero hacerlos parte de lo que viví. Me acompañaron las personas más cercanas a mi vida y un público que se sumó a la consigna de generar un momento íntimo, cercano y silencioso.

Video del momento que lo recité:



El cuadro que expuse con el poema y la ilustración de Cecilia:



Algunas fotos de Romina San Martín:


                                           


El poema


Llevarte hasta el final

Parte 1

Yo te miro, te toco, te huelo.
Yo te escucho, te siento, te hago carne.
Vos me mirás, me tocás, pero no me olés.
Vos no me escuchás, me sentís, me hacés tuyo. 
Pero también de los de al lado, de los del costado.
De los de arriba, de los de abajo.
De los que viven y de los que no.
Cada palabra hoy nace y muere en el silencio,
Y lo hago antes de que vos lo mates imponiendo poder.
La inspiración puede no venir,
Pero yo a vos no te callo con nada.
Nada que nunca es nada y todo que siempre es todo.
Como lo absoluto, como lo irreversible.
Irreversible también es un surco en un vinilo.
Hasta te imagino presente en el túnel del final.
Dos sonidos, un silencio.
Una melodía, veinte armonías.
Un ritmo y el coro de todos los vestidos de blanco,
Aureola y alas rojas que dan una bienvenida delicada.
Una llegada pomposa y el abrazo más sentido.
El reencuentro deseado e inevitable.
Un volumen parecido al estruendo.
La película de una vida a todo dar.
La bendición que me da tu altar.
Lo hermoso de confiar.
Los grandioso de adorar.
Lo considerado de amar.
Estoy seguro que cuando pidas consuelo,
Sonará una canción.

Parte 2

A tus curvas las delinean los gustos de tus discípulos.
Unos te prefieren mover.
Otros te quieren aletargar.
Tampoco faltan los que te quieren electrocutar.
Hay quienes te congelan para derretirte.
También los que te eligen para el cuerpo a cuerpo
Y te encadenan en el caudal del sudor.
Sos la testigo de todo y también te llenan de juicios,
Prejuicios y perjuicios.
Pero nadie tiene el valor de condenarte.
Sos la grasa chorreando de unos.
El centro de pertenencia de todos.
Sos la más odiada en colectivos a sonidos
Ardientes que los demás no eligen.
Abrís y cerrás una boda.
Hasta podés con el ruido de un chorro de soda.
Actuás adentro de un vientre cuando todo comienza.
Movés paredes a toda conciencia.
Todos los géneros conviven.
Aunque algunos no sobreviven.
Viajás incrustada en los oídos del consumo.
Y sos una gran aliada del humo.
Sos cultura que emerge.
Sos tradición y respeto.
Sos costumbre y hábito.
Sos una elección y una alianza.
Sos una colección en una balanza.
Sos lo que elijo y decido.
Sos el viaje hacia un rincón.
Sos luz en las venas.
Sos una vida y todos los principios.
Sos vos, yo y toda nuestra historia.
Cuando llega la noche y ya no hay nada por decir,
Ni nada que escuchar,
Yo te tengo a vos y recuerdo lo que nos une.
Te observo a mi tiempo y en vez de cantarte al oído, me callo porque te dormiste.
En definitiva, la variedad de tus formas también reproducen
MÚSICA.


Martín González Robles.-
14 de diciembre de 2013.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Volviendo de la casa de la uruguaya


Montevideo, Uruguay. 

Paro un taxi.
Señor jorobado. Con joroba y anteojos culo de sifón.
Chocaba el volante con su nariz y sin inclinarse hacia adelante. Imagínenlo.
No me habla.
Le digo "Hola".
Me dice "Hola".
Le digo (a los 30 segundos de haberme subido al taxi y esto me pasó por incontinente verbal que soy desde chico) "¿Muchas horas de trabajo?"
Me dice "¿Cómo muchas horas?"
Le digo "Claro, ¿muchas horas?"
Me dice "No, las necesarias".
Le digo "Ah".
No me dice nada.
Me dice (él solo sin que al fin yo no le pregunte nada) "Trabajo 9 horas".
Le digo "Ah".
Me dice "A veces 12 horas. Este taxi es de 12 horas".
Le digo "¿12 horas?" (pensaba, doce horas son las que hace que mamá se fue de casa después de que papá le tirara una silla por la espalda mientras ella lavaba los platos, exposición policial mediante, claro).
Me dice "Sí, pero yo no soy de los que trabajan por 12 horas".
Le digo "Ah".
No nos decimos nada.
Seguimos viajando como si tal cosa.
Le digo "Es bastante callado usted".
Me dice "Sí".
Seguimos viajando como si tal cosa.
El silencio que había curaba el dolor por el aborto de trillizos que te hiciste, hija de puta. Te fuiste a hacer uno, te dijeron que eran tres, dijiste "adelante". De nada sirve lamentarse por lo hecho. O los hechos.
Le digo "Usted es muy respetuoso, ¿sabe? Si alguien se sube al taxi y usted no le habla al taxista y el taxista como si nada te empieza a hablar, me parece una falta TOTAL (enérgico yo) de respeto".
Me dice (como si asombrado estuviera) "¿Falta de respeto me dijo?"
Le digo "Sí".
Me dice "Ah, sí, es falta de respeto. Si el pasajero no habla, no hay que hablar".
Le digo "Uno no sabe qué le está pasando al pasajero, ¿no?"
Me dice "No".
Seguimos viajando como si tal cosa.
Llegamos. Detiene el taxímetro. Marcaba $7,44.
Me mira. Lo miro.
Yo tenía todo mezclado en las bermudas regaladas por la suegra amada que cada día que pasa me ama más, como odiarme y repugnarme, como si no existiese otro modo. De hecho, no existe.
Lo que tenía mezclado era la plata, las llaves de casa y monedas a lo pavo.
Y sí... tardé bastante, lo tengo que reconocer.
Encuentro un billete de $5 y uno de $2. Se los doy.
Claro, no llego a los 44 centavos. No llego.
Desesperé. Me miró mal. Hurgué.
Se estarán preguntando cómo resolví el faltante de 44 centavos. ¿Recuerdan que les dije que en las bermudas de la suegra tenía monedas? Bueno, saqué una de 50 centavos y se la di.
Quiso darme una de 5 centavos. No lo dejé. Rió. Me enterneció.
Al bajar, casi mudo y de verdad paralizado frente a este hombre, le dije "Gracias por el respeto". No contestó.
Esperó que entrara al edificio. Me miró por encima de sus anteojos. Lo miré por detrás de la puerta de entrada al edificio.
Se fue. Me fui.
Entré a casa. Reí. Me dormí.

Martín González Robles.-
25 de enero de 2.008.

jueves, 17 de octubre de 2013

De lo que sucede, de lo que no


¿Hablamos de amor cuando hablamos de amor? 
El amor no es más que una construcción momentánea generada a fuerza de un vacío que ocupa el que todo lo cuadra.
La desesperación por alcanzarlo produce la torpeza más imperdonable de todas, no alcanzarlo.
Cuando hay, sentimos que no.
Cuando no hay, sentimos que tampoco.
Hay tanta insatisfacción diseminada en el aire que cualquiera la agarra y sin precio alguno, se la contagia, se la hace carne y se la pasa al más inmune.
Los adivino a todos en su condición de seres humanos y me veo ahí, al lado de los demás, tan o más vulnerable que cualquiera, a pesar de no serlo para quien le importo, a pesar de que yo piense que sí.
Tengo que saber y confirmar que las cosas se sienten antes de decirlas y calmarme. 
Calmarme, calmarme, calmarme.
Puede esperarse lo peor de quien habla sin pensar. 
Yo todo lo que dije me salió siempre por el mismo lugar. 
Ojalá pudiera cocerme la boca para dejar de nombrarte, pero de nada sirve que vuelvas a ver lo que soy. 
Sé que soy un pedazo de mierda. Sé que te herí, sé que hasta te provoco nudos, pero también sé que no hay nada más sagrado que curarse las heridas de los pies provocadas por un camino andado que por uno que no.
Las opiniones se forman a través de los intereses personales. Y si los intereses cambian, ¿nuestra opinión también? Llevalo a las emociones, llevalo a los sentimientos y a todo lo que cambia dependiendo del interés.
He estado conectado hasta llegar a los que viven de esperanzas. 
Hoy, cuando me invito a sentarme y tocarme por dentro para acariciar lo quieto, estoy y no. Me acuerdo y me desvivo. Me desvisto y me enfrío. Tomo té, dolor y auguro la llegada de una calma por lo que yo mismo me provoqué.
Mañana crearé reflexiones caseras y las llevaré a la ciudad o al lugar donde estés.
Te las dejaré en una caja pintada con un batallón de buenas intenciones.
Cuando las leas, no es necesario que me contestes.
Lo más necesario siempre es hacer y sentir lo que al final del camino haga que podamos llevarlo para siempre.























Martín G.R.
17 de octubre de 2.013